Antes de analizar con detalle el
contexto actual de Siria, propongo hacer un dibujo rápido en la panoplia de los
grupos sociales que viven en el mundo árabe. Empecemos primero por la
composición étnica y sectaria de todo el Medio Oriente área.
El mundo árabe
está construida como un castillo de naipes, elaborado por Francia y Gran
Bretaña en los años 20’s del siglo XX, justo después de la explosión del
Imperio Otomano. Fue arbitrariamente dividida en diecinueve estados, todos
formados por la combinación de las minorías y grupos étnicos irregulares, a fin
de armar un rompecabezas siempre en riesgo de entrar en un estado de
fibrilación. Con la única excepción de Egipto, en la que una mayoría musulmana
sunita se enfrenta a una importante minoría de cristianos coptos en el Alto
Egipto, todos los estados del norte de África están poblados por una mezcla de
no arabizados bereberes y árabes.
Todos los estados del Golfo y Arabia
Saudita, son los envases frágiles que contienen sólo petróleo. En Kuwait, los
kuwaitíes constituyen sólo una cuarta parte de su población. En Bahréin, los
chiítas son la mayoría, pero se ven privados de poder, por lo tanto, las
protestas y la represión brutal de la familia gobernante de Al-Khalifa, que aún
permanecen en silencio, los medios de comunicación completa. En los Emiratos
Árabes Unidos, más y chiítas son una vez más la mayoría, pero los sunitas están
en el poder. Lo mismo puede decirse de Omán y la República de Yemen. En Arabia
Saudita la mitad de la población son extranjeros, la mayoría de los egipcios y
yemenitas, pero una minoría saudita en el poder. La monarquía hachemita de
Jordania, por su parte, se compone de más de un 40% de los palestinos, pero
está gobernado por una minoría beduina Transjordania.
Junto a los árabes, los otros estados
musulmanes comparten la misma situación de complejidad interna. La mitad de la
población iraní está representada por un grupo que habla de sí mismo y la otra
mitad por un grupo étnico turco, por no hablar de la minoría kurda en el país.
La población de Turquía comprende una mayoría turca que asciende al 76%, 18% de
los kurdos, los árabes 3% de los alauitas y la parte restante de otros grupos.
Por otro lado tenemos la denominación 82% se identificaron como suníes Hanafi,
Shafi sunita 9,1%, 5,7% alevista, el 3% alauitas y cristianos 0,2%. Incluso en
Afganistán, el principal componente es musulmana sunita, con las minorías
chiítas (15%) en el centro de la ciudad y cerca de la frontera con Irán. En
sunita de Pakistán están presentes en una minoría de alrededor de treinta
millones de chiítas que a menudo se crean momentos de peligro de la fricción.
Siria no tiene diferencias
fundamentales con respecto al Líbano, salvo para el régimen que lo gobierna.
Los sunitas, ya que en 1516 el sultán otomano Selim I en la victoria de Dabiq Marg,
cerca de Aleppo, Siria ocupó mantener bajo su control durante cuatro siglos,
han sido el equipo dominante en todo el dominio de la Sublime Puerta. Otros
grupos en el país son los musulmanes, de los cuales siete son todavía tres
sobrevivientes que son distintas en las montañas de Siria y se han desarrollado
diferentes tradiciones sociales y culturales: alauíes[1]
(14%), drusos (3,5%) y de los ismaelitas (1%). Las fortalezas de esta comunidad
se encuentran sobre todo en torno a Latakia y Tartus. Los alauitas han sido
durante mucho tiempo las comunidades más pobres, atrasados y oprimidos de la
sociedad siria, hasta que el mandato francés estableció el territorio “autónomo
de los alauitas” (1920), a continuación, Estado alauí (1922), que más tarde
pasó a formar parte Federación de Siria y se redujo a vilayato.
Los cristianos sirios[2]
son, desde el punto de vista de los números, una de las tres principales
comunidades de Oriente Próximo con los maronitas en el Líbano y los coptos de
Egipto. En Alepo, hay once comunidades cristianas y nueve obispos de diferentes
ritos. Damasco es el hogar de tres patriarcas: ortodoxa griega, griego-católico
(melquita), y la siria ortodoxa.
Desde finales de los treinta en el
país es también una gran comunidad de los kurdos, que ahora asciende a cerca de
dos millones 500 mil personas. Estos se añaden más de cuatrocientos mil
refugiados palestinos, pertenecientes a todas las clases sociales y económicas,
se refugiaron en Siria. Todos los ciudadanos tienen igualdad de derechos y la
ley no contiene ninguna discriminación, el Estado es laico y establece que la
religión no prevalecerá sobre la vida de cualquier ciudadano, sin perjuicio de la
libertad de religión garantizada para cada individuo o comunidad. Las minorías
étnicas y lingüísticas (los kurdos, circasianos, armenios, los beduinos, y
desde el año 2003 unos dos millones de iraquíes huyeron de la guerra), no son
menos importantes que la religiosa.
Este fresco rápido de divisiones
etno-sectarias, que van desde Marruecos hasta la India y desde Somalia a
Turquía, pone de relieve el potencial de terremotos que, si bien “cosquillas”,
puede ser sometido a una amplia zona geográfica. En este mundo desigual, hay
también algunos pequeños grupos de ricos y una gran masa de gente pobre. En los
Estados del Golfo, Arabia Saudita, Qatar y Turquía se ha concentrado una
extraordinaria riqueza en el dinero y el petróleo, pero los que se benefician
son pequeños estratos de la élite sin una sólida base de apoyo, algo que,
obviamente, ningún militar puede proporcionar.
Si
sumamos a ello, los conflictos energéticos, con los recientes descubrimientos
de petróleo y gas, importantes pero no enorme, situado en una zona inexplorada
del mar Mediterráneo (entre Grecia, Turquía, Chipre, Israel, Siria y Líbano),
sugieren que región podría convertirse en un “nuevo Golfo Pérsico”. Como fue el
caso de la “otra” del Golfo Pérsico, el descubrimiento de la riqueza de hidrocarburos
podría llegar a ser sinónimo de una terrible maldición de la región
geopolítica.
Los
conflictos históricos en el Medio Oriente pronto suplantado por nuevas batallas
seres para el acceso a los recursos de petróleo y gas del Mediterráneo
oriental, el Levante Cuenca y el Egeo. Consideraremos inicialmente las
consecuencias del descubrimiento de un campo gigante mar adentro de petróleo y
el gas de Israel. En un segundo artículo, vamos a ver las implicaciones de los
descubrimientos de gas y petróleo en el Mar Egeo entre Chipre, Siria, Turquía,
Grecia y el Líbano.
Y es que tras 21 meses de enfrentamientos,
la guerra civil en Siria, ha entrado en su fase final. Más lentamente de lo que
querrían los rebeldes y quienes les ayudan a derribar el régimen de los Al-Assad
pero más deprisa de lo que suponen quienes lo defienden, la guerra civil ha
superado un período de equilibrio en el que cualquiera de las dos partes podía
acabar imponiéndose para entrar en su fase final donde sólo los rebeldes pueden
ganar. Las fuerzas leales han perdido la iniciativa y tratan de defender las
posiciones estratégicas que ocupan en las grandes ciudades, la zona costera y
las vías de comunicación que las unen. Aunque todavía disponen de capacidad
para impedir que las fuerzas rebeldes consoliden sus ganancias territoriales,
ya no pueden hacer frente a todos los rebeldes en los numerosos frentes que
éstos les abren cada día porque han perdido la superioridad militar que han
mantenido hasta ahora y van cediendo terreno a los rebeldes. Las vías
terrestres de comunicación se han vuelto inseguras y cada vez dependen más de
los medios aéreos para sus acciones operativas y logísticas, por lo que la
captura de armamento antiaéreo a las fuerzas leales y la llegada de misiles
tierra-aire están inclinando decisivamente la balanza en favor de los rebeldes.
La guerra civil en Siria ya está
decidida aun antes de que se produzcan los últimos combates porque las guerras
modernas no se ganan sobre el campo de batalla de las ciudades sino entre las
percepciones de las poblaciones. El centro de gravedad de una guerra, es decir,
el hecho decisivo que altera el curso de la contienda, ya no se consigue
mediante una victoria militar sino haciendo triunfar la percepción de que uno
de los dos bandos va a ganar inevitablemente.
Las actuaciones militares y
diplomáticas de última hora, dentro y fuera de Siria, se enmarcan en la
progresiva asunción del relato y conducen la guerra civil hacia su fase final
en la que ya se conoce cuál va a ser el ganador y, mientras los bandos se
preparan para librar los últimos combates, todos los actores se preocupan por
lo que pueda ocurrir al día siguiente de la caída del régimen que la forma y
fecha en que esto sucederá.
Los progresos rebeldes comienzan a
crear dudas entre los partidarios del régimen y crecen los rumores –ayudados
por la guerra psicológica y la propaganda– de proyectos de fuga o deserciones
entre quienes hasta hoy defienden el régimen, incluido el presidente, su
familia y los círculos políticos, económicos y militares más restringidos. Sean
reales o virtuales, las informaciones tienen ahora más credibilidad porque
encajan en el relato triunfador y crean entre las personalidades del régimen la
inquietud de pensar cuándo y cómo deberían hacerlo para ponerse a salvo. Los partidarios
al gobierno, han visto cómo sus viviendas, barrios y negocios se han visto
afectadas por los combates y cómo las fuerzas gubernamentales han ido cediendo
terreno a los rebeldes. Los combates y el miedo han generado más de dos
millones de desplazados y de medio millón de refugiados que, como muchos otros
sirios, deben pensar ahora dónde reconstruirán sus vidas para evitar verse
implicados en los ajustes de cuentas que se ven venir. Las minorías no suníes
–como la drusa, kurda, cristiana y, especialmente, la alauí– temen la revancha
de la mayoría suní, especialmente la de sus elementos más radicales que ya han
demostrado su capacidad de venganza durante la guerra civil. Quienes combaten
también piensan qué harán el día siguiente y cuál será su destino, su cuota de
poder o quiénes serán sus aliados tras la caída del régimen.
La percepción de que se aproxima el
fin del régimen también se refleja en el campo diplomático. Rusia y China, que
hasta ahora han estado tratando de encontrar una salida al régimen desde dentro
del mismo, han comenzado a sondear los sectores de oposición y a los rebeldes
para buscar alternativas. Sus contactos, sobre todo de los rusos, les facilitan
la interlocución con los actores locales que pueden acelerar o retrasar la caída
del régimen desde dentro. Sin esos contactos y sin tanta influencia interna,
EEUU, Francia, el Reino Unido y los países del Golfo han dejado de apoyar al
Consejo Nacional Sirio, una construcción suya desde el exilio que ha sido
incapaz de articular durante el último año un proyecto de futuro, de aglutinar
las distintas facciones políticas y de coordinar las acciones militares del
Ejercito Libre Sirio.
En su lugar han articulado en
noviembre de 2012 una Coalición Nacional Siria de las Fuerzas Revolucionarias y
de Oposición a la que se han apresurado a reconocer Francia, los países del
Golfo y los de la Liga Árabe, salvo Iraq, Argelia y Líbano, y a la que se
prepara una puesta en escena el 12 de diciembre en Marraquech para aumentar su
base de apoyo, incluido el de EEUU y el resto de los países Amigos de Siria.
Para hacerlo, tendrán que demostrar que tienen la unidad, el programa y la
implantación que no tenía el Consejo Nacional Sirio para capitalizar la caída
del régimen y liderar un proceso de transición. Sin embargo, y gracias a la
imposición del relato, la expectativa de una pronta caída del régimen podría
facilitar la labor de la nueva Coalición en la medida que la colaboración con
ella facilitaría el acceso a los fondos, armas y asistencia que se precisan
para concluir la guerra y encarar la transición. Hasta ahora, las milicias y
los mandos del denominado Ejército Libre de Siria se han resistido a cualquier
control jerárquico pero los donantes externos les han obligado a hacerlo si
quieren seguir recibiendo fondos, armas y asistencia.
No sería descartable que se acordara
una intervención externa para proteger directamente los arsenales militares en
colaboración con las fuerzas de seguridad sirias o, con mayor razón, si estas
desaparecen junto con el régimen: intervenciones de última hora motivada por
razones de seguridad y humanitaria tras una guerra civil, en lugar de apoyar un
cambio de régimen para concluirla.
Esto en cuanto a las dinámicas internas del país. Pero sucede que Siria,
como ya hemos comentado, ocupa un lugar geopolítico
de primer orden, donde confluyen los intereses de todas las
potencias regionales de Oriente Medio y, de una manera más remota, también los de Rusia, EE.UU., Europa y
China. Y según el
profesor Imad Shuebi, la agresión mediática y militar contra Siria está
directamente relacionada con la competencia mundial por los recursos
energéticos. En momentos en que asistimos al derrumbe de la eurozona, en que
una grave crisis económica ha llevado a Estados Unidos a acumular una deuda que
sobrepasa los 14,940 billones de dólares, en momentos en que la influencia
estadounidense declina ante las potencias emergentes que conforman el BRICS, se
hace evidente que la clave del éxito económico y del predominio político
reside principalmente en el control de la energía del siglo XXI: el gas.
Y Siria se
ha convertido en blanco precisamente porque de halla en medio de la más
importante reserva de gas del planeta. Por si esto ni fuera
suficiente, recientemente se ha descubierto cerca de Homs un yacimiento
de gas con la capacidad de producir 150
millones de metros cúbicos de gas al año;
Siria literalmente flota sobre una de las reservas de gas natural más
importantes del planeta, lo que ha lanzado a las grandes potencias a una
competición por el control de estos recursos energéticos. Así pues, a la guerra
civil de los insurgentes contra la dictadura se superpone una lucha entre las
grandes potencias para hacerse con el gas sirio, y este segundo combate es la
que está subvencionando económicamente al primero.
Cuando Israel emprendió la extracción
de petróleo y gas, a partir de 2009, estaba claro que la cuenca del
Mediterráneo se había sumado al juego y que había dos posibilidades: o bien Siria iba a ser objeto de un ataque o
toda la región lograría vivir en paz, ya que se supone que el siglo XXI sea el
siglo de la energía limpia.
Según el Washington Institute for Near
East Policy (WINEP, el think-tank del AIPAC), la cuenca del Mediterráneo
encierra las mayores reservas de gas y es precisamente en Siria donde se hallan
las más importantes. Ese mismo instituto ha emitido también la hipótesis de que
la batalla entre Turquía y Chipre se intensificará porque Turquía no puede
aceptar la pérdida del proyecto Nabucco (a pesar del contrato firmado con Moscú
en diciembre de 2011 para el transporte de gran parte del gas de South Stream a
través de Turquía).
La revelación del secreto del gas
sirio da una idea de la enorme importancia de lo que está en juego. Quien tenga
el control de Siria podrá controlar el Medio Oriente. Y a partir de Siria,
puerta de Asia, tendrá en sus manos «la llave la Casa Rusia», como decía la
emperatriz rusa Catalina la Grande, y también la de China, a través de la Ruta
de la Seda, lo que le permitirá dominar el mundo ya que este siglo es el Siglo
del Gas.
Es por esa razón que los firmantes del
acuerdo de Damasco, que permite que el gas iraní pase a través de Irak y llegue
al Mediterráneo, creando un nuevo espacio geopolítico y cortando la línea vital
de Nabucco, declararon en su momento que «Siria es la llave de la nueva era».
El petróleo fue la causa de las
guerras del siglo XX. Hoy estamos viendo el surgimiento de una nueva era: la de
las guerras del gas.
[1] Alawi
es el adjetivo árabe relativa deriva del nombre de Ali, que en este caso significa
“devoto de Ali”. Los
alauitas o Nusayri constituyen la minoría más grande en Siria.
La secta se forma en el siglo IX-X en el sur de Irak, el crisol de las
doctrinas ismaelitas, de las iniciativas notables de Basora, Ibn Nusayr, de ahí
el nombre de Nusayri y llegó al norte de Siria en el siglo décimo.
[2] En la segunda mitad
del siglo XX, la población cristiana se ha reducido gradualmente en proporción:
en el marco del mandato francés (1920-1946) que representaban el 20% de la
población siria en 1948 al 14,1%, mientras que en el siglo XX siendo el 10%, la
mitad de los cuales se concentró en Damasco.
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