sábado, 8 de octubre de 2011

EL PAIS 194 ¿ENTRE EL SI Y EL NO?

Mahmud Abbas, solicito a las naciones que integran el Consejo de Seguridad de la ONU que los territorios palestinos sean reconocidos como el Estado 194, dirigiéndose a los representantes de los diferentes países del mundo y pronunciando uno de los discursos más importantes de toda su carrera política. Con su intervención, los palestinos llegan al punto más alto de una campaña que comenzó hace meses y que ha incluido intensa actividad diplomática, viajes, llamadas telefónicas, entrevistas y reuniones. El propósito es claro y firme: lograr que Palestina sea reconocida como un Estado y como tal, pueda tener acceso y capacidad de acción en organismos internacionales.

Y es que en muchas ocasiones he escuchado que “la historia siempre se repite y que el hombre nunca aprende de ella”, sin embargo como internacionalista me resistía a que esta premisa podría caber en un Siglo marcado por guerras y destrucción, y que se extendería hasta la actualidad, pero me ha bastado una hojeada a un libro de historia sobre Palestina y la creación del Estado de Israel, así como las múltiples consecuencias que han surgido en este conflicto, para entender el significado y magnitud de esta frase. ¿Es posible cometer con nuestros semejantes las mismas injusticias que se han incurrido sobre nosotros? ¿Qué reivindicación tiene una causa si se aplastan los derechos fundamentales de otro pueblo?

La configuración de la escena internacional actual supone requisitos inmutables para poder participar en el teatro del poder, encaminados a la búsqueda de la occidentalización y la democracia, para que el término Estado-Nación dé coherencia, legitimidad y reconocimiento.

Inmerso en este proceso se ubica un pueblo que lucha incansablemente por ser escuchado, por ser independiente. Una Nación sin Estado que sufre todos los desperfectos coyunturales: árabe, musulmana, con grupos en el poder catalogados como “terrorista”, sin poder económico y mucho menos militar, punto estratégico en una región explosiva y un pretexto para la división de Oriente y Occidente.

Este bloque geográfico, con población definida y un gobierno, es Palestina, nombre mal utilizado debido a la carencia de legitimidad del término Estado , impuesto por el Tratado de Westfalia de 1648, pero que será empleado en este artículo para fines prácticos. Cabe recordar que los Estados están compuestos por territorio y nación. La nación palestina existe, pero carece de un territorio demarcado oficialmente y reconocido internacionalmente por la comunidad de naciones. La principal tarea que se le atribuye a la Organización para la Liberación Palestina (OLP), denominada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como el único interlocutor del pueblo palestino, es conseguir el reconocimiento internacional de un territorio perfectamente delimitado y viable.

Para obtener este objetivo, la OLP despliega intensas actividades diplomáticas con aquellos países que consideran sus aliados, en primera instancia y con otros países que simpatizan con su causa.

Por otro lado tenemos una nación que ha podido tener un Estado , que ha tenido también, una historia de dolor, “Diáspora”, Israel. El Holocausto fue la máxima demostración de la perversión humana, una atrocidad que no debe ser repetida.

El éxodo y la dispersión de los judíos por todo el mundo y los sufrimientos del genocidio les ha dado un derecho de construir una Nación y Estado para la consolidación de su pueblo, pero le ha inferido también la obligación de respetar a aquellos que han sufrido o sufren condiciones semejantes.

Durante más de cincuenta años la vida en común ha significado la frustración y el sufrimiento del otro, “ojo por ojo, diente por diente de manera despiadada e implacable” . Cada triunfo o avance israelí ha representado a lo largo de esta historia una pérdida o fracaso para el pueblo palestino. La expulsión de cientos de miles de palestinos de su territorio a raíz de la guerra de 1948 y la ocupación militar de Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza (1967) propiciaron una profunda herida en los palestinos e incrementaron la desigualdad y el rencor entre los dos pueblos. El estallido de la segunda Intifada (2000) siete años después de los Acuerdos de Oslo supuso la declaración de guerra y terror para Israel; y la razón fue cegada al no querer conectar estos eventos como “causa y efecto” y no mediar la situación para encontrar un camino hacia la paz.

Ante esta perspectiva política surgen aquellos que han sufrido el daño directo de años de falta de negociación y solución: La población civil. El impacto humanitario del conflicto es incalculable. Tanto palestinos como israelíes comparten diariamente el miedo, la frustración, las represiones y la falta de estabilidad. Cada día en las calles convergen ambas posiciones, muchas veces chocan, pero otras, más de las que se podría imaginar, dialogan sobre su situación. Ambas poblaciones son enemigas circunstanciales, pero ambas comparten valores y sentimientos comunes. Ambas buscan vivir en libertad, con seguridad, en armonía.

Ante este escenario pesimista, ¿se puede encontrar una solución al conflicto árabe-israelí? ¿Se puede hablar en la actualidad de un escenario propicio para la creación de un Estado Palestino? ¿La solución se encuentra en la integración de ambos pueblos en un solo Estado?

En 2008, Israel como la OLP negociaron el Acuerdo de Estatus Permanente a puerta cerrado, pero no se encontró una solución final al Conflicto. Y es que este panorama se ve imposible de alcanzar ya que ambos se encuentran muy ocupados en sus situaciones internas, y sin capacidad de negociación. Al mismo tiempo que se habla de la paz, se está construyendo contra reloj y a toda velocidad asentamientos alrededor de Jerusalén y Cisjordania. Por ello, las autoridades palestinas han afirmado que, de seguir así las cosas dentro de dos o tres años los asentamientos judíos harán imposible que Jerusalén Oriental pueda ser la capital de un Estado palestino.

La mayoría de los especialistas en Medio Oriente suponen que el muro traza de forma unilateral las fronteras que Israel desea si algún día se logra la creación del Estado palestino. Actualmente viven más de 400.000 judíos en los asentamientos de Cisjordania y de Jerusalén Oriental. Si la política israelí no cambia pronto será imposible la creación de un Estado palestino viable. El temor de muchos políticos palestinos es, que en vez de obtener un Estado sólo queden para los palestinos islas o cantones, dentro de un territorio controlado por Israel.

Claves para entender el día más esperado por los palestinos: la importancia del discurso del 29 de septiembre, los palestinos consideran que esta intervención puede ser el preámbulo del reconocimiento de su Estado de forma oficial. Hasta ahora Palestina tiene el estatus de integrante observador pero no puede votar ni tomar decisiones porque su carácter jurídico y político no ha sido definido. Las fronteras de su Estado aun no están delimitadas porque no se ha logrado llegar a un acuerdo con Israel.

Lo que sigue después del discurso en la ONU: los palestinos deben contar con 9 de 15 votos a favor, de los países miembros del Consejo de Seguridad. Hasta ahora se sabe que los Estados Unidos y Alemania vetarán esta iniciativa. Si la propuesta es rechazada, los palestinos la presentarán ante la Asamblea General, donde deben obtener 128 votos de 193 países miembros. Esa votación podría producirse en las semanas siguientes.

¿Por qué EE.UU. vetará la propuesta palestina?: el gobierno de Washington cree en la existencia de un estado para israelíes y otro para palestinos y en la convivencia pacífica de ambos, como resultado de las conversaciones de paz. En esta oportunidad, los palestinos piden que su Estado sea reconocido de forma unilateral, es decir, por fuera de las negociaciones con Israel, debido al estancamiento en las conversaciones de paz.

Las fronteras que quieren los palestinos: en 1967, después de enfrentamientos con Egipto y Siria, Israel ganó la guerra y capturó Cisjordania, parte de los Altos de Golán, Gaza, la península del Sinaí y Jerusalén Oriental. De esos territorios, el Estado judío aún conserva parte de los Altos del Golán, Jerusalén Oriental y una porción de Cisjordania. Los palestinos quieren esos territorios y que Jerusalén Este sea la capital de su Estado.

Las ventajas de que Palestina sea Estado: le da legitimidad a su territorio y le daría acceso a cortes y convenciones internacionales. Esto les permitiría contar con recursos que obliguen a Israel a cumplir con sus obligaciones con relación a los derechos humanos de los palestinos. Asimismo, La Autoridad Nacional Palestina tendría que velar por los derechos de su población y garantizar que no se produzcan actividades terroristas.

¿Cómo afecta a Israel la creación del Estado?: Uzi Rabi, profesor de la Universidad de Tel Aviv y Director del Centro Dayan de estudios del Cercano Oriente y África, dice que en el peor de los casos habrá levantamientos en Cisjordania y Gaza. Afirma que las cosas pueden descontrolarse entre la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo, advierte que es posible aún que los líderes de ambos pueblos lleguen aún a la mesa de negociaciones.

En los pasillos de la ONU se sabe. No hay instrumento de derecho internacional o resolución de la ONU que supere o de cuenta del asunto político que se genera en Israel al crearse un estado Palestino con las fronteras de 1967. No tendría por qué haberlo y no sería pertinente utilizarlo.

La idea de un estado Palestino como está planteado en la última Asamblea General de la ONU, es un acto de demagogia política de la comunidad internacional. Con todo, la Autoridad Palestina necesariamente debe contar con esta iniciativa como una oportunidad mayor en su histórica lucha para formar un estado. Sin embargo en lo más básico, la propuesta no responde a la realidad política interna de Israel.

Conducida por el actual Secretario General de la ONU con un apoyo ambiguo y todavía pendiente de Consejo de Seguridad, la iniciativa de un crear un estado Palestino volviendo a la resolución 242 de 1967, cae en esa zona del acto político por la sonoridad que genera, y el poco espacio de medidas prácticas para sumar en resolver un conflicto. Así como se expulsó a más de medio millón de árabes en 1948, ahora los israelíes que fueron invitados a ser parte de Cisjordania corren el riesgo de ser expulsados de sus asentamientos.

La postura central de la potencias occidentales desde la fundación del Estado de Israel ha consistido en que: “Antes de 1947, Palestina nunca fue una nación y sólo adquiere esos ribetes una vez que Israel existe (William Pfaff, 1987)”. Esta noción forma parte de la Doctrina Sharon.

Todavía no se encuentra una explicación coherente de porqué la resolución de las Naciones Unidas 242 del 22 de noviembre de 1967, que obliga al retiro inmediato de Israel, a meses de la toma de los territorios ocupados, nunca se llevó a cabo. Algún fundamento existe en las palabras del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, antes de la invasión a Irak, de “que las Naciones Unidas no servían”. Este es un problema político que se pretende resolver nuevamente por decreto desde las directivas de las naciones y los organismos internacionales que en todo caso son transitorias, y sometidas a los vaivenes de la coyuntura.

El panorama internacional tampoco presenta condiciones óptimas para la solución del conflicto. Aún no existe una perspectiva clara para un proceso político que les dé a los palestinos en unos años su Estado, al contrario, todo parece indicar que, por el ritmo de construcción de nuevos asentamientos judíos y del Muro, las posibilidades para la creación de un Estado Palestino viable se van cerrando. Si la comunidad internacional, no logra implementar el “Acuerdo de Estatus Final” existe el peligro del retorno de la violencia y de una posible tercera Intifada.

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