domingo, 7 de agosto de 2011

LA LECCIÓN SILENCIOSA DE ISLANDIA

Está ocurriendo un caso digno de ser analizado, por todo aquel que dentro de sí posea “algo digno y que le invite por lo menos a pensar”; puesto que una nueva antorcha surge entre esos volcanes y en una tierra que fue cuasi inhóspita y que los hombres hicieron habitable, rica, culta; ahora todo ello brota como un nuevo “volcán humano”, que esperamos se vaya transmitiendo por el verdadero “fuego de progreso”, que el mismo transmite y demostrando que sin violencia, se logran cambiar las cosas; simplemente siendo inteligentes y obrando inteligentemente. Una sola idea puede mover y remover todo el planeta y esa idea siempre partió, parte y partirá de un solo individuo… ¿quién fue el autor de esa idea en Islandia? No lo sé ni debe importarnos mucho, pero los hechos demuestran cuanto digo.

En un mundo en que la interdependencia entre países se hace cada vez más patente, como lo demostró la última crisis financiera internacional, durante las pasadas décadas han proliferado los organismos multilaterales y grupos de países que se asocian en pos de alcanzar intereses comunes. Los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) sin embargo, lejos de ser un grupo de países unidos por el amor parecen en cambio estar unidos, a la fuerza, por el espanto: contracción económica, desempleo, endeudamiento interno o externo, déficit público o desajustes en el mercado inmobiliario.

La crisis financiera que comenzó en el 2008 y tuvo como epicentro a los Estados Unidos y los países de Europa Occidental dio difusión extendida a este acrónimo de PIIGS, un término peyorativo que refiere a los países europeos que, tras el cimbronazo financiero mundial, cambiaron drásticamente sus economías y las posiciones oficiales para su manejo y control. El mismo incluye a Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España y fue un término que nació en los medios de comunicación británicos tres años atrás. Algunos también hablan de su doble sentido relacionándolo con la idea de "Flying Pigs" (los cerdos voladores) una ironía forzada que remite, por oposición, a aquella imagen popular de que "los cerdos no vuelan", aludiendo a que será muy difícil que estos países logren zafarse de los entuertos ocasionados por la crisis no sólo en lo económico, sino también en lo político.

La reciente crisis política a raíz de la trascendencia del "Movimiento de los Indignados" que puso de manifiesto no sólo el malestar generado por un 20% de desocupación -hecho sin precedentes en España- sino también la inacción y falta de unidad entre los países de la Unión Europea en el marco de los efectos de la crisis internacional, efectos que aún se hacen sentir. Lejos de los lemas solidarios de los cuales la Unión Europea históricamente se hizo eco, los países más fuertes del bloque – Alemania y Francia – han buscado salidas nacionales individuales, y han respondido a las situaciones de crisis con recomendaciones de ajuste estructural ante casos como el griego, el cual continúa siendo uno de los más graves. Al igual que en el caso de los migrantes provenientes de la convulsionada región del Magreb, quienes componen el entramado europeo se dan la espalda unos a otros ante la evidencia del descalabro económico.

Todo este panorama retrotrae a dos interesantes documentales: Inside Job (El trabajo interno) y God bless Iceland (Dios Bendiga a Islandia), los que, por un lado, relatan cómo se originó la gran burbuja financiera internacional de la que tanto oímos hablar y que dio origen a la crisis y, por el otro, muestran el caso de Islandia, uno de los ejemplos más cabales de las consecuencias de la aplicación de este tipo de reformas. Recordemos que Islandia fue la primera república, que arruinaron sus políticos, en connivencia con los banqueros; los que y como ha ocurrido en el resto de países arruinados, expoliados y “puestos a parir”; hasta la fecha ninguno ha respondido de nada, pero en Islandia, sí que han tenido que responder y por cuanto el pueblo islandés y en masa, les hizo frente y sin pegar un solo tiro, empezaron a reconducir la política y han terminado por elaborar una nueva constitución, hecha por electos del pueblo y en asamblea permanente, pero y por cuanto sé; perfectamente organizada. Es claro que visto ello (y ya llevan dos años batallando en silencio) el resto de “naciones democráticas” y como no pueden frenar el proceso, optaron para “sitiar a los islandeses” con una de las peores y más perversas armas con que cuenta el poder, o sea el silencio informativo; el que y seguro que presionados, han seguido los que se dicen “medios informativos”, o la mayoría de ellos, puesto que hay que dejar “una rendija” por aquello de la excepción.

Es por lo que hemos sabido todo lo que ha convenido “al dinero internacional”, que sepamos de Túnez, Argelia, Marruecos, Egipto, Libia y otros países donde se dice que hay “revolución” (la de Islandia no interesa que se sepa); pero es claro que esas revoluciones están perfectamente controladas por quienes, seguro que las han promovido, para que cambien las figuras “del tablero”, pero que los beneficios sigan yendo a donde los promotores se lo propusieron; y es por lo que estamos pagando los derivados del petróleo, al precio que nos los imponen, puesto que ese es el fin, hacernos pagar el máximo y empobrecernos cuanto más mejor en beneficio de unos “cientos o miles de fortunas inmensas”, que no se sacian de acumular millones y millones… ¿para qué querrán tanto dinero, si luego y como hemos visto en Japón un maremoto se lleva por delante, lo que ni se esperaban. Pero volvamos a esos inteligentes islandeses; los que en silencio, obligaron a dimitir a su gobierno en pleno; en asamblea se negaron a pagar las enormes deudas contraídas por esos malos gobernantes y en connivencia con los bancos, bancos que han nacionalizado y luego, eligiendo representantes públicos en esa asamblea constituida y que sigue permanente, están redactando una nueva constitución, de principio a fin y eliminando todas las leyes que amparaba la anterior. Por descontado que han nacionalizado la banca y procesado a los banqueros que no les dio tiempo a huir.

Donde el exprimer ministro islandés Geeir H. Haarde va a ser juzgado bajo la acusación de negligencia grave en la gestión de la crisis financiera. Haarde era primer ministro conservador en la época en la que los bancos islandeses crecieron de forma desmesurada. Siguiendo el modelo neoliberal, el sector financiero islandés fue desregulado; es decir, el Gobierno renunció a controlar a los bancos y estos pudieron hacer lo que les dio la gana. Buscando el pelotazo inmediato, esos bancos desafiaron toda la lógica financiera, prestaron a lo loco y, para conseguir fondos, prometieron intereses exagerados. Muchos ahorradores extranjeros, sobre todo británicos y holandeses, metieron su dinero en bancos islandeses atraídos por esos elevados tipos de interés. Cuando todo el tinglado se hundió, Islandia siguió un camino diferente al de otros países: en lugar de rescatar a los bancos con dinero público, se les dejó caer en bancarrota. El resultado, de todas formas, es el mismo: para devolver el dinero a los depositantes islandeses, el Gobierno islandés ha tenido que endeudarse enormemente, porque en la caja de esos bancos no había nada y el patrimonio de los banqueros, algunos de los cuales también van a ser juzgados, no es suficiente. En un referéndum, los islandeses decidieron no devolver el dinero a los ahorradores extranjeros, aunque los islandeses sí han recuperado el suyo, lo cual ha motivado una demanda internacional contra Islandia por parte de Gran Bretaña y Holanda. La acusación contra Haarde, el primer político juzgado en el mundo como responsable de la crisis, es que fue negligente al desoír las advertencias de que el sistema bancario se iba a desplomar.

Ahora, la retórica política sirve para separar el espacio de la política de la realidad. Algo así como un sistema de defensa, donde el arte es un lugar desde el que analizar críticamente, desde el que ofrecer posibilidades y cuestionar lo que se da. En el ayuntamiento de la capital de Islandia, un grupo de artistas, músicos y otra gente de la cultura han ganado las elecciones. Frente a la falta de credibilidad evidente en los políticos, un grupo de artistas, músicos (como uno de los miembros de Sugarcubes) y otros agentes culturales decidieron fundar el “Best Party” para presentarse a las elecciones municipales en Reykjavik. El programa trazaba lazos desde el dadaísmo hasta la internacional situacionista, marcando puntos y promesas como comprar un nuevo oso polar para el zoo, toallas gratis en las piscinas públicas y lograr que en el 2020 no hubiera señal de drogas en el parlamento islandés. Mofándose del vacío en el típico discurso político también prometían que la ciudad volvería a ser cool y llenaban los discursos con algo rimbombante llamado “transparencia sostenible”.

El candidato, artista y reconocido cómico, largaba hábilmente frente la oratoria aburrida y vacía de los políticos “normales”. Indicaba que lo suyo era serio y que Islandia resucitaría como el pájaro llamado Felix (entre otras perlas). Lo que no les parecía “serio” a los miembros del Best Party era que los otros partidos hubieran permitido que Islandia estuviera fuera de control y en una crisis económica galopante. Lo de los políticos “de verdad” sí que era cómico. También hablaban de una revolución cultural, de cambiar la sociedad desde la base y de los evidentes contactos con las ideas del anarquismo, y lo hacían sin ese miedo típico que conlleva el desprecio hacia los electores y lleva a los políticos “profesionales” a soltar frases vacías para evitar vete a saber qué discrepancias.

Han ganado las elecciones, son la fuerza mayoritaria en el ayuntamiento y tienen ahora la ciudad para desarrollar todo tipo de proyectos. En vez de pensar que no, que no había nada que hacer y qué total, quién hace caso de la cultura, decidieron actuar, dar un paso adelante y decir que ya está bien, que la política había sido secuestrada por los políticos y que estos mismos políticos no tenían ninguna intención de trabajar para la sociedad.

La actuación cultural política se ha trasladado en el ámbito de la política. En los museos se habla de política pero se hace política en los hemiciclos. En los centros de arte se ofrecen posibilidades pero es en los despachos de los ayuntamientos y gobiernos varios donde se materializan (sin fijarse en demasía en las propuestas del mundo del arte, toca ir a exposiciones y no es la primera prioridad para muchos). La acción directa no consiste únicamente en diseñar ropa para las manifestaciones, también es meterse de lleno en el corazón de la jungla para ganar. ¿Y a quién se gana?

En el caso de Islandia, los estudiosos políticos creen adivinar que, a lo mejor, la victoria del Best Party responde a que la población se ha hartado del escaso nivel de los políticos y de que se tratara de un coto privado que, además, les ha desmontado buena parte de sus vidas. No están muy seguros, los estudiosos políticos, del “mensaje que ha mandado la población”. Podríamos decir que Islandia es un país pequeño y su capital lo mismo y que, por lo tanto, allí se pueden hacer estas cosas que en los países grandes no se pueden hacer. El 68 no pasó precisamente en Islandia.

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